-Para por favor.
-¿Por qué tendría que hacerlo?
-Porque esto no está bien.
-No le debes nada Mario, no seas ingenuo.
-Le debo diez años de matrimonio.
-Ja. ¿Y cómo te lo paga? Engañándote.
-No lo sabemos a ciencia cierta.
-¿Qué más pruebas necesitas? ¿Verlos en plena faena? -preguntó elevando la voz.
-No. -contestó horrorizado moviendo la cabeza a cada lado para quitar la imagen que se le estaba formando. -¿A ti no te importa?
-A mi hace mucho que dejó de importarme todo.
-¿Porqué?
-En serio, ¿estamos teniendo esta conversación?
-Joder Claudia, algo debes de sentir. Estamos hablando de tu marido.
-Sí. El mismo que se tira a tu mujer.
Contrajo la cara al oírlo en voz alta.
En la habitación contigua…
-¿Crees que nos habrán visto llegar?
-Imagino que sí.
-¿Que hacemos aquí Julio? -preguntó paseando de un lado a otro.
-Deja de preguntártelo tantas veces. -dijo alargando la mano que ella esquivó.
-¿Cuándo se complicó todo? Éramos felices… Yo al menos era feliz.
-Lo sé Sofía. Estas cosas suceden.
Lo miró boquiabierta. -No puedes hablar en serio.
-¿Y porque no? Deja de buscar una explicación. Sólo asimílalo.
-No puedo seguir llegando a casa como si nada.
-¿Y qué quieres? ¿Divorciarte?
-No. -contestó elevando la voz. Volvió a pasearse por la habitación.
-Cálmate Sofía. Nosotros no hemos buscado esto, ha sucedido sin más.
-Pero estamos hablando de mi marido
-Y mi mujer -concluyó él
De nuevo en la otra habitación…
-¿Qué haces?
-¿Tu qué crees que hago si estoy quitándome la ropa? -Se acercó a él y le desabrochó de un tirón los primeros tres botones de su camisa.
-Para por favor. No he venido aquí para acostarnos. -apartó las manos de ella con suavidad.
-¿Y a que has venido? ¿Ha recuperarla?
-¿Podría? -preguntó esperanzado.
-Mario por favor, quítate la venda de una vez.
-Es absurdo todo esto. Deberíamos sentarnos y hablar con ellos.
-¿Con que fin? ¿Que lo nieguen todo?
-Que nos digan la verdad.
-Mario -suspiró.- Nos están siendo infieles. ¿Por qué iban ahora a ser sinceros?
-Y según tú, ¿la solución a esto es que les paguemos con la misma moneda?
-Parece que te parezca horrible la idea -dijo ofendida.
-No te lo tomes en ese sentido Claudia. Eres una mujer de 10, pero yo de quién estoy enamorado es de mi mujer.
-Y ella de mi marido. -comentó en un susurro.
-No puedes ser tan vengativa.
Abrió los ojos como platos. -¿Vengativa? -tomó aire.- Para ti la solución es no hacer nada, ¿no? Sentarnos en nuestro sofá a esperar que un buen día digan, coño si me he confundido, no me estoy liando con la persona que me casé. Entonces correrán a nosotros y comeremos perdices.
-Vas de fuerte pero sé que te duele.
Concluyó.
Ella se colocó de espaldas a él y rebuscó en su bolso que descansaba en la cama. Cuando al final encontró lo que buscaba, lo guardó con mucho cuidado en el bolsillo de su pantalón y sin mediar palabra se dirigió al baño.
En la habitación contigua…
-No puedo más Julio. Tengo que aclarar todo esto.
-¿De qué te servirá?
-Me lo debo a mi misma. Tengo que hablar con él.
-Con ello solo conseguirás más dolor.
-El dolor se afronta, pero la incertidumbre no.
-Si crees que estás preparada para dar el paso. Venga te acompañaré. Hablaremos con ellos. –dijo mientras se incorporaba para dirigirse a la puerta.
-Espera –le paró. -¿Crees que debemos hacerlo?
-Si con esto te sentirás mejor, si, lo creo.
-Está bien. Vayamos a aclarar todo este embrollo.
-Bonita manera de llamarlo. –torció el gesto en una media sonrisa.
Ya frente a la puerta, respiró hondo tres veces. Enlazó sus dedos con los de Julio, pero decidió retirarlos. No era lo más prudente dadas las circunstancias.
Llamó decidida a la puerta, levantando la cabeza con el poco orgullo que aún le quedaba, pero toda su valentía se derrumbó cuando, la puerta se abrió y sus ojos se posaron en la camisa desabrochada de su marido. Su corazón comenzó a resquebrajarse y echó a correr por el pasillo de ese infernal hotel hasta la calle mientras julio seguía sus pasos más atrás..
Una vez recuperado de la sorpresa de verlos, Mario salió corriendo tras ella y gritó su nombre por última vez. Cuando su mujer se giró desde la distancia no pudo ver las lágrimas que resbalan por su rostro y mucho menos darle tiempo a parar el coche que la arrollaba.
Julio reaccionó ante la espantosa situación y fue a socorrerla sin llegar a tiempo. Sofía expulsó el que sería su último aliento.
-Quita tus manos de ella. Ya la has tocado suficiente.
Julio más confundido que enfadado resbaló hacia atrás.
-Todo esto es culpa tuya -le acusó.- Si no la hubieses encandilado para que me engañase… -No pudo terminar la frase por el nudo que se formó en su garganta y se posteó de rodillas al lado del cuerpo inerte de su esposa.
-¿De qué cojones hablas? Sois vosotros los que os estáis acostando.
La gente empezó a formarse alrededor de ellos. Unos ahogando gritos por la mujer que yacía en el suelo inerte, otros con el teléfono en la oreja llamando a Emergencias.
Una vez aparecieron las luces de la ambulancia por la calle, una mujer bajita con uniforme de personal de limpieza corrió hacia ellos.
A penas entendían lo que gritaba, pero les bastaron unas pocas palabras como baño y suicidio para saber de qué estaba hablando.
-Claudia… -susurró julio dejándose caer al suelo al lado de Mario.
Todo era un caos, sobretodo la mente de esos dos pobres infelices que se miran al comprender que solo su mente les había sido infiel.










4 Comentarios
Yo quiero más!!!!!
Para cuando mas…nos has dejado a medias…
Relata»zos»!!! Me encantan!!
Me alegro que te gusten y que saques tiempo para leerme. Mil gracias